MN Margarita García Campos NC
Los trastornos de la conducta alimentaria, llamados en la actualidad trastornos alimentarios y de la ingestión de alimentos, se ocasionan por múltiples causas. En el caso de los atletas, cada vez hay mayor evidencia de que pueden presentarse sobre todo en aquellas disciplinas donde el control del peso corporal, en especial a partir de la pérdida excesiva de masa grasa, es un condicionante para el desempeño de la actividad.
La incidencia de dichos trastornos es también mayor en grupos de población sometidos a la presión de “rendirle culto al cuerpo”. Entre la población con mayor riesgo están familiares en primer grado con trastornos alimentarios, así como bailarinas, gimnastas y modelos, por ejemplo.
Los principales trastornos alimentarios en atletas son: anorexia nerviosa, bulimia nerviosa y trastorno de atracones, como señala el Manual diagnóstico y estadístico de clasificación de trastornos mentales DSM-5.
Se define como Anorexia atlética al: “conjunto de comportamientos alimentarios subclínicos presentes en los deportistas caracterizados por la baja autoestima, perfeccionismo, distorsión de la imagen corporal, sentido de pérdida de control y uso de medidas compensatorias”.
También se ha descrito un malestar significativo al abandonar el ejercicio en individuos que la padecen, así como excesiva preocupación por llevar una alimentación “sana” y realizar constantes dietas para reducción de peso.
La incidencia de trastornos alimentarios con criterios diagnósticos tanto clínicos como subclínicos sigue siendo mayor en deportistas del género femenino. A partir del hecho de que cada vez más mujeres practican deporte, también son más las que pueden estar en riesgo de presentar algún tipo de trastorno, de ahí la importancia de establecer una estrecha vigilancia de este grupo particular desde la infancia y la adolescencia, periodo en que aparecen y se consolidad la mayoría de los hábitos.
En cambio, la dismorfia muscular, es decir, una distorsión de la imagen corporal respecto del tamaño muscular, es más común en varones, en especial en quieres practican fisicoculturismo y se asocia con comportamientos obsesivo-compulsivo, abuso de sustancias, insatisfacción corporal y mayor riesgo de sufrir trastornos alimentarios.
Algunos estudios europeos realizados en deportistas de élite de ambos géneros determinan una prevalencia de trastornos alimentarios de 19 a 30 por ciento, según el tipo de deporte. No hay datos exactos sobre la prevalencia de trastornos alimentarios en deportistas mexicanos.
Los deportes en los que es más común que haya trastornos alimentarios pueden agruparse en cuatro rangos:
1. Deportes que establecen categorías por peso: boxeo, taekwondo, halterofilia, en los que hay fluctuaciones importantes de peso antes, durante y después de la competencia.
2. Deportes donde el bajo peso facilita el movimiento: gimnasia, equitación.
3. Deporte de estética, en los cuales el aspecto físico y la figura de los participantes de incluyen en la puntuación que reciben por parte de los jueces: gimnasia rítmica, ballet, patinaje artístico, danza (aunque esta última no sea propiamente un deporte, pero se encuentra dentro de las actividades con mayor incidencia de anorexia).
4. Deportes de resistencia; desgaste asociado al entrenamiento y desempeño de las pruebas que pueden contribuir a la aparición de trastornos, como atletismo y natación.
Entre los rasgos psicológicos que destacan en la población propensa a presentar estos trastornos están: incapacidad para expresar los sentimientos (alexitimia), personalidades rígidas, obsesivas, ansiosas, impulsivas, desmedida autoexigencia y un deseo exacerbado por agradar a los demás.
Los factores sociales y culturales también juegan un papel importante: por un lado, hay una gran presión social respecto al desarrollo de habilidades y capacidades, y por otro, el modelo de belleza son figuras muy delgadas y éste se asocia con éxito y popularidad.
Con respecto de los hábitos alimentarios, resulta evidente que hay patrones anormales de consumo; se ha reportado un temor especial entre estos atletas de consumir alimentos de alta densidad energética como grasa y azúcar e impera la costumbre de realizar dietas hipoenergéticas, así como la omisión de una o varias comidas al día.
En cuanto a la presencia de complicaciones, éstas pueden manifestarse a corto, mediano o largo plazo, según el tipo de trastorno alimentario:
- Gastrointestinales: saciedad temprana, diarrea, estreñimiento, dolor abdominal, disminución del sentido del gusto.
- Cardiovasculares: bradicardia, hipotensión, edema.
- Dermatológicas: resequedad en la piel, callos en los nudillos, lanugo.
- Endocrinas: detención del crecimiento, desequilibrio hormonal.
- Ginecológicas (amenorrea), esqueléticas (osteoporosis).
- Deficiencias nutrimentales específicas cuya evidencia se manifiesta por la aparición de signos clínicos (caquexia, cabello desprendible, uñas quebradizas) y cambios en los indicadores bioquímicos (neutropenia, desequilibrio hidroelectrolítico o anemia).
Una vez que se ha identificado el tipo de trastorno alimentario, el tratamiento debe ser integral e individualizado, y será determinante el manejo psiquiátrico/psicológico. De manera ideal, los especialistas involucrados en el manejo de estos pacientes deben tener experiencia no solo en trastornos alimentarios sino en las demandas específicas de los deportistas. Por desgracia, se considera que el pronóstico es incierto, pues este grupo de males, más que curarse se controlan, ya que el paciente puede presentar recaídas, y además tienen más riesgo de contraer otro tipo de trastorno alimentario en otro momento. Se ha reportado una alta morbimortalidad de entre diez a 35 por ciento.
Para la prevención de trastornos alimentarios en deportistas se han puesto en marcha diferentes iniciativas como incluir grupos interdisciplinarios: entrenadores, médicos, nutriólogos y psicólogos del deporte; minimizar la importancia de la imagen corporal y promover la autoestima en los atletas, fomentar la formación de hábitos correctos de alimentación y sueño; incentivar la planificación del tiempo y la solución de problemas; recibir formación en medicina y nutrición del deporte, crear programas de asesoramiento por parte de especialistas, al momento de diseñar planes de alimentación, tanto previos como durante y posteriores a las competencias; identificar señales de riesgo para el desarrollo de trastornos alimentarios, trabajar la cohesión de grupo; y, desarrollar comunicación efectiva entre las partes involucradas.
Considerando la difícil evolución de estos padecimientos y el hecho de que la evidencia que relaciona los trastornos alimentarios con el deporte es aún insuficiente, resulta de suma importancia desalentar la idea de que para triunfar en el desempeño de ciertas disciplinas se requieren estereotipos determinados como cuerpos esbeltos en extremo, que no siempre promueven estados de salud física y mental adecuados, además de que comprometen la vida de los atletas.
Finalmente, resulta esencial para el éxito del tratamiento de atletas con trastornos alimentarios establecer una relación de absoluta confianza entre tratante y paciente, así como promover la participación activa y de apoyo por parte de familiares, amigos y, en especial de los entrenadores.
BIBLIOGRAFÍA
Amarican Psychiatric Association (APA). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. 2014, 5ª ed. Editorial Panamericana: Madrid.
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PARA SABER MÁS…
www.fns.org.mx (Cuadernos de Nutrición-Fomento de Nutrición y Salud)
www.eatringht.org (American Dietetic Association)
www.mayoclinic.com (Healthy Lifestyle)
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