Elaborado por: LN RD Aránzazu Fernández, MNC Andrea Flores, MNC Jessica Rosenstein
Los trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) se caracterizan por alteraciones persistentes graves del comportamiento alimentario. Los más conocidos son la Anorexia Nerviosa (AN) y la Bulimia Nerviosa (BN). Sin embargo existe otro grupo de TCA´S no especificado, uno de los grandes representantes de este grupo es el Trastorno Por Atracón (TPA).
Trastorno por atracón
Para ser diagnosticado con TPA debe haber recurrencia de episodios de atracones que ocurran una o más veces por semana por al menos 3 meses. Estos episodios están caracterizados por el consumo de grandes cantidades de alimentos durante un periodo de tiempo relativamente corto, aunado a una perdida de control. En el TPA no hay recurrencia de conductas compensatorias inapropiadas. Los episodios de atracones deben de estar asociados con al menos 3 de los siguientes síntomas:
1) Comer más rápido de lo normal.
2) Comer hasta sentirse incómodo.
3) Comer grandes cantidades de alimentos cuando incluso no hay sensación de hambre.
4) Aislarse para comer por vergüenza al exceso de alimentos que se consume y/o tener sentimientos de disgusto, culpa o depresión posteriores al atracón.
El TPA está asociado con comorbilidades médicas y psiquiátricas, por lo tanto, el tratamiento requiere un abordaje interdisciplinario que incluya: psiquiatría, psicología, medicina interna y nutrición.
Tratamiento nutricional del TPA
El tratamiento nutricio es un componente indispensable del manejo del trastorno por atracón. A continuación un breve recuento de la intervención nutricia:
Evaluación: El primer paso es la evaluación, que debe incluir los siguientes indicadores:
· Antropométricos: peso, estatura, índice de masa corporal, pliegues cutáneos, circunferencia abdominal, circunferencia de cadera, índice cintura cadera, porcentaje de masa grasa y masa muscular.
· Bioquímicos: colesterol total, lipoproteína de alta densidad (HDL), lipoproteína de baja densidad (LDL), triglicéridos y glucosa en plasma en ayuno.
· Clínicos: presión arterial.
· Dietéticos: frecuencia de atracones o episodios de comer de más, adecuación energética y adecuación del consumo de nutrimentos.
· Estilo de vida: funcionamiento y actividad física (tipo, frecuencia y duración).
Plan del tratamiento
Con base en esta información se establece el plan de alimentación, así como las metas y estrategias a tratar.
El tratamiento nutricional tiene como objetivos principales: disminuir la frecuencia de atracones, prevenir o detener la ganancia de peso y promover la pérdida de peso gradual y sostenida, mediante la modificación de hábitos de alimentación y actividad física, que serán muy importantes para promover un buen estado de salud y mejorar la calidad de vida del paciente con TPA.
Este tratamiento debe ser individualizado, utilizando el peso inicial o el gasto energético (obtenido por calorimetría) para calcular requerimientos. Además, se debe de individualizar considerando gustos, preferencias, historial médico y dietético de cada paciente.
Para elaborar el plan de alimentación se recomienda un aporte energético del 100% del requerimiento de energía, con el fin de prevenir atracones y evitar la ganancia de peso. La distribución de macro nutrimentos debe ser del 50-60% del aporte energético total a partir de hidratos de carbono, del 20-30% de lípidos, y del 15-20% de proteínas. Para asegurar un aporte proteico adecuado, se debe de calcular 0.8 g de proteína por kilogramo de peso. También se debe garantizar un aporte adecuado de micro nutrimentos.
La alimentación deberá estructurarse y ordenarse con horarios definidos fraccionándola en 5 tomas (desayuno, colación media mañana, comida, colación media tarde y cena), de acuerdo a las actividades de cada paciente.
Será muy importante limitar el consumo de alimentos de alta densidad energética y bajo valor nutricio. Al informar sobre la frecuencia y porciones adecuadas, se promoverá la moderación al comer.
En cuanto a la actividad física, es necesario que primero se evalué al paciente para determinar si puede iniciar un régimen de ejercicio y el médico debe indicar duración, intensidad y tipo de ejercicio a practicar.
Posteriormente es importante promover el hábito de actividad física con una duración de 30 a 60 minutos la mayoría de los días de la semana.
El diario de alimentos y registro de señales de hambre y saciedad utilizando “escala hambre/saciedad” puede ser de utilidad para la adopción de patrones de alimentación saludable.
Seguimiento
Será necesario monitorear indicadores antropométricos, bioquímicos, clínicos, dietéticos y de estilo de vida evaluados inicialmente. Después de normalizar peso y composición corporal, la intervención nutricia debe de proseguir para promover mantenimiento y profundizar en la adquisición de hábitos alimentarios saludables lo que prevendrá futuras recaídas y garantizará un buen pronóstico de recuperación.
REFERENCIAS BIBIOGRÁFICAS
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· Barriguete, J.A. La alimentación, México, Nostra Ediciones (Para entender). 2013.
· Hernández, M. (2008). Temas de nutrición: Dietoterapia. Ed. Ciencias Médicas. La Habana. 229p.
· Kaufer-, M., García, E., Vázquez, V. (2015). Obesidad en el adulto. En Nutriología Médica (21), 557-592.
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