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Nutrición y tuberculosis

La tuberculosis (TB) es efecto de la invasión pulmonar por un bacilo tuberculoso (Mycobacterium tuberculosis) con establecimiento de un proceso inflamatorio. El riesgo de desarrollar TB puede vincularse con desnutrición; una concentración baja de albumina en suero incrementa el riesgo de padecer TB.

Incluso desde el nacimiento, los niños a menudo muestran deficiencia de vitamina D que modula su función inmunitaria e incrementa la susceptibilidad a las infecciones. La vitamina D genera señales dentro de los macrófagos y les permite eliminar a M. tuberculosis. Este es el sistema intracrino-paracrino que se ha reconocido para la vitamina D.

La TB provoca pérdida del apetito, fatiga constante, caquexia, agotamiento, hemoptisis, tos que dura tres semanas o más con esputo ocasional teñido de sangre, fiebre o escalofrío, transpiración nocturna profusa y pérdida de peso. La forma aguda se asemeja a la neumonía; la crónica causa febrícula. La cicatrización ocurre con calcificación de la cavidad tuberculosa.

La TB activa comienza en los pulmones, pero con frecuencia se disemina por el torrente sanguíneo para dar origen a la TB extrapulmonar. Pueden presentarse fatiga, hipersensibilidad a la palpación abdominal, micción dolorosa, cefalea, disnea, síntomas similares a la artritis, daño renal, al igual que dolor vertebral y óseo. La meningitis tuberculosa es una complicación muy peligrosa, en particular en los ancianos.

La TB fue declarada una emergencia de salud mundial por la Organización Mundial de la Salud, porque casi una tercera parte de la población del planeta se encuentra infectada por M. tubeculosis. El incremento de la TB puede estar relacionado con un apego inapropiado al consumo de fármacos prescritos, o a infecciones de adquisición reciente o latentes reactivadas.

Los individuos inmunocomprometidos son más vulnerables a los efectos de la tuberculosis, sobre todo sujetos infectaos con VIH.

El metabolismo intensificado participa en el proceso caquéctico en pacientes infectados con VIH y tuberculosis. La infección con VIH se relaciona con una disminución significativa del flujo proteínico total, lo que se agrega al deterioro nutricional. La anemia es un factor de riesgo para la morbilidad y mortalidad en ambas infecciones. Cuando coexiste la diabetes también hay riesgo de anemia.

Muchos pacientes con tuberculosis tienen reingresos al hospital no planeados y a menudo requieren asistencia con las actividades de la vida diaria. Es posible que haya complicaciones farmacológicas, necesidad de un régimen farmacológico no estándar y otras enfermedades. A la luz de la elevada prevalencia de desnutrición, un índice de utilización relativamente bajo de servicios nutricionales y el efecto potencial de las reacciones adversas por los fármacos es necesario prestar mucha atención a esta población de pacientes.


Intervención

Objetivos

  • Mantener o evitar las pérdidas de peso. Reducir la fiebre. El gasto metabólico basal es de 20 a 30% mayor de lo normal para contrarrestar la fiebre de 39° C o mayor.

  • Normalizar las concentraciones séricas de calcio y vitamina D3, y corregir hipocalcemia o hipercalcemia.

  • La tuberculosis coincide muchas veces con deficiencias nutricionales, los suplementos de micronutrimentos pueden mejorar el resultado del tratamiento.

  • Reponer las pérdidas de nutrimentos por hemorragia pulmonar, si existe.

  • Promover la cicatrización de la cavidad.

  • Contrarrestar la neuritis por isoniazida (INH) cuando se utilice.

  • Estimular el apetito, que casi siempre es escaso.

  • Evitar la deshidratación.

  • Impedir inflamación pulmonar, infecciones y complicaciones.


Alimentos y nutrición

  • Suministrar una dieta equilibrada que contenga suficiente energía y proteínas. Algunas veces es conveniente calcular las necesidades en 35 a 45 kcal/kg si la pérdida de peso es considerable.

  • Proporcionar cantidades adecuadas de líquido (35 ml/kg) a menos que haya contraindicaciones.

  • Agregar ácidos grasos omeda-3.

  • Asegurar que la dieta aporte suficiente calcio. Debe hacerse énfasis en los alimentos ricos en vitaminas D y E, zinc y selenio

  • Se necesitan hierro y vitamina C para la formación normal de hemoglobina y la cicatrización de heridas. Evitar el hierro en exceso puesto que favorece el crecimiento bacteriano.

  • Las vitaminas del complejo B, sobre todo la B6, son necesarias para contrarrestar los efectos colaterales del tratamiento con isoniazida. La administración adicional de complementos de piridoxina en niños desnutridos es recomendable, en particular para aquellos con infecciones por VIH.

  • Usar la vitamina A complementaria en forma de caroteno, ya que la conversión es deficiente.

  • No debe consumirse alcohol para reponer consumo energético o mejorar el apetito.


Interacciones entre alimentos y fármacos

Fármacos de uso común y sus posibles efectos secundarios


  • Aunque los tratamientos farmacológicos actuales para la tuberculosis son efectivos se acompañan de efectos colaterales y son limitados para erradicar las cepas resistentes a múltiples fármacos.

  • La anemia y la redistribución de hierro se deben a procesos derivados de las bacterias y a la respuesta inmunitaria del huésped a la infección; la administración complementaria de hierro puede no ser eficaz o segura en estas circunstancias.

  • El concepto de descubrimiento de fármacos integra conocimientos de genómica, proteómica, biología molecular y biología de sistemas para identificar blancos específicos. Ante el incremento del número de cepas de TB con resistencia a fármacos múltiples y con resistencia farmacológica extensa la necesidad de tratamientos más efectivos para la TB se ha hecho urgente.

  • Desde los primeros años del siglo XIX tanto la luz solar como las fuentes dietéticas (hígado de bacalao) de vitamina D se han identificado como terapéuticas para la TB.


Educación, atención y cuidado de la nutrición


  • Agregar proteína o leche descremada en polvo a bebidas, guisados, sopa y postres para aumentar el consumo de proteína y calcio, a menos que haya contraindicaciones.

  • Alentar la preparación de comidas pequeñas y apetecibles. Planear periodos de reposo antes y después de las comidas.

  • Proporcionar recomendaciones para el control de la ansiedad relacionada con pérdida de peso, transpiración nocturna, pérdida de fuerza, fiebre elevada y anomalías en las radiografías torácicas.

  • Analizar la contagiosidad de la TB. Se deben obtener radiografías torácicas y otras pruebas de familiares y personas que viven cerca del paciente. Cerca de 5% de las exposiciones produce TB en un año; otras permanecen latentes hasta que otros trastorno las activan, como infección por VIH, diabetes o leucemia.

  • Fomentar la rehabilitación adecuada si el paciente es alcohólico.

  • Promover la mayor calidad de vida posible.

  • Existe una vacuna para la tuberculosis. La vacuna BCG (bacilo de Calmette-Guérin) para la tuberculosis no se emplea de forma extensa en Estados Unidos, pero sí en otros países donde la enfermedad es frecuente.


Educación del paciente: enfermedad transmitida por alimentos

                                                 

  • Es importante la manipulación cuidadosa de los alimentos. Los empleados del servicio de comidas expuestos a los sujetos con riesgo de TB activa deben someterse a pruebas con regularidad. Las personas pueden requerir pruebas si:

  1. Tienen síntomas de TB activa

  2. Se expusieron a un individuo (familiar, amigo, compañero de trabajo) con TB activa.

  3. Tienen infección por VIH, diabetes o insuficiencia renal crónica.

  4. Toman esteroides u otros fármacos inmunosupresores para enfermedades crónicas.

  5. Viven o trabajan en un refugio para indigentes, prisión, hospital al, asilo u otra institución grupal similar.

  6. Se mudaron poco antes de una región con tuberculosis activa (África, Asia, el Caribe, Europa del Este y Latinoamérica)

  • Cuando se preparen alimentos:

  1. Separar la carne cruda de los alimentos cocidos o listos para comer. No usar la misma tabla de picar o el mismo cuchillo para preparar carne cruda y alimentos cocidos listos para comer.

  2. No manipular los alimentos crudos o cocidos sin lavarse las manos entre unos y otros.

  3. No colocar carne cocida de nueva cuenta en el mismo plato o superficie donde estuvo antes de cocerse.

  4. Todos los productos de aves deben cocerse bien, incluidos los huevos. La yema de huevo no debe estar liquida. Como los virus de la influenza se destruyen con el calor, la temperatura de cocción para las aves debe alcanzar 70°C (158°F).

  5. Lavar los cascarones de huevo con agua y jabón antes de manipularlos y cocinarlos; lavarse las manos después.

  6. No consumir huevos crudos o mal cocidos en alimentos que no se cuezan.

  7. Después de manipular aves o huevos crudos, lavarse las manos y todas las superficies y los utensilios con agua y jabón.

  8. No comer carne de ave cruda o poco cocida, o sus derivados, lo que incluye alimentos con sangre de ave cruda.


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